TEXTOS POLÍTICOS DEL PADRE MEINVIELLE – UNA SELECCIÓN (I)

TAPA LIBRO

Reproduzco aquí una selección de textos del padre Julio que aparecieron en la revista Presencia y luego agrupados en su libro “POLÍTICA ARGENTINA 1949-1956”(Editorial Trafac, Buenos Aires,1956), que a pesar del tiempo transcurrido mantienen su vigencia(los subrayados son míos). Aunque no soy optimista, creo que el valor de estos escritos podrían servir para que el nacionalismo argentino se organice en un movimiento político que ponga fin a los males de nuestra patria.

Es lamentable comprobar que los nacionalistas  no hayamos tomado debida nota de la reacción popular que se ha producido en los Estados Unidos de Donald Trump, en la Italia de Mateo Salvini ,en la Hungría de Víktor Orban y en el Brasil de Jair Bolsonaro, que parece haber encontrado su réplica en Francia, en Inglaterra, en Alemania y ahora en España. Habrá que discernir entonces cuáles son sus virtudes y defectos, de acuerdo a nuestro leal saber y entender, y también sus vinculaciones con el llamado “sionismo nacional”, cuestión esta última que habrá de abordarse sin anteojeras.

Digo » tomar nota” y no copiar, que conste, porque de lo que se trata es saber cómo ese marco de reacción generalizada contra el fracaso de las respectivas dirigencias, puede ser aprovechado por nuestro nacionalismo, paralizado hoy por intérpretes del Apocalipsis, que se deleitan con ejercicios literarios pseudo teológicos y conspiracionistas, alejados de las duras realidades terrenales, como si no fuera un deber político y moral luchar por la supervivencia de la patria frente a la amenaza creciente del Nuevo Orden Mundial. Y para eso es indispensable meterse en el barro de la acción y animarse a salir a la calle, es decir, practicar una suerte de apostolado espiritual e intelectual. Pero sin un congreso o un cabildo donde nos juntemos los nacionalistas dispuestos a escuchar opiniones distintas, para disponernos a entrar en acción quedaremos algunos veteranos que estamos ya en el ocaso de la vida,sin perder el entusiasmo, pero no sé si quedará el nacionalismo.

(Recomiendo la lectura de un artículo de la señora María Lilia Genta, donde con buena prosa pone los puntos sobre las íes. Y aprovecho para señalar que apareció en “La Prensa”, que en su sección cultural ha publicado valiosas colaboraciones, como las de Iris Speroni, Agustín de Beitía y Germán Masserdottti)

PRÓLOGO

Un grave problema debe resolver nuestro país: el de asegurar su crecimiento. Desde 1930, al menos, no nos desarrollamos al ritmo que parecía correspondernos en el concierto de América y del mundo.

Este es un problema específicamente político y su solución hay que buscarla en la conjugación de lo nacional, de lo popular y de lo católico.

De la conjugación de lo nacional y lo popular, en primer término. Porque el desarrollo de la nación no puede ni debe efectuarse a espaldas del pueblo. Sin la participación de los sectores populares en la vida nacional, se lograría montar una factoría; pero no forjar una comunidad nacional.

La política de lo que, con más o menos discutible acierto, se llamó la «oligarquía» se ha ocupado del desarrollo nacional a costa de la clase popular. Por ello, como reacción en contra, advino el fenómeno peronista. Pero éste, en cambio se ocupó de las clases populares a costa del patrimonio nacional. Y así el peronismo, con la ruina de la nación, caminaba hacia su propia ruina.

La realidad política los últimos años dice claramente que se debe buscar la conjugación de lo nacional y de lo popular. Esta es la gran tarea de la hora presente.

La conjugación de lo nacional y lo popular, para ser efectivamente vivifica dura y generadora de valores, debe efectuarse en lo católico.

(págs.8-9)

LA REVOLUCION DEL 4 DE JUNIO DE 1943

 “.. cuando se produjo la revolución del 4 junio, el país estaba en un proceso casi automático de recuperación económica. La crisis del 29, al trastornar la economía internacional dirigida desde un centro mundial, nos obligó a entrar en una franca y firme política de industrialización y recuperación.

Gracias a la neutralidad, mantenida con tanta inteligencia y patriotismo por el gobierno del doctor Castillo,  nuestro país quedó en 1939 completamente ajeno a toda dirección económica mundial; queda entonces virtualmente independiente en lo económico y alcanzó por lo mismo un extraordinario grado de industrialización y recuperación, como lo demostraba su pujante flota mercante.

Ya se ve mejor como la revolución del 4 junio no fue económica sino puramente política, y para hablar con más propiedad, electoralista. Los promotores de aquel movimiento, resueltos a acabar con el fraude que se proyectaba para la renovación presidencial, -bien que no había otra manera de conquistar el poder en elecciones limpias que la famosa política de «justicia social», a base de aguinaldos aumentos de salarios a cuenta de los mismos opositores. La soberanía de recuperación nacional pasaron a un segundo plano como «slogans» nacionalistas utilizados-y en ocasiones sacrificados- para un rendimiento más eficaz de aquella meta electoral.

(“El Estado comerciante”,págs.20-21)

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“Pensamos que no es  posible una cabal comprensión de lo que sucede hoy y puede acontecer mañana sin conocer la trayectoria de la Revolución del 4 de junio.

Y así no tenemos reparos en afirmar que el gobierno del doctor Castillo fue relativamente un buen gobierno. Su política inteligente y firme de neutralidad ha de pasar a la historia como una de las ejecutoria más nobles de nuestras relaciones internacionales y que mayores posibilidades de expansión ha abierto a nuestra economía.

Sin embargo, bajo el punto de vista de la supervivencia en el poder, aquel gobierno incurrió en dos gravísimos yerros: el uno, no atender como corresponde al justo bienestar de la clase trabajadora, y el otro, vinculado al primero, de propiciar una fórmula de sucesión presidencial que no garantizaba suficientemente los anhelos de justicia social y recuperación que el país ambicionaba.

DIARIO REVOLUCIÓN 1943

Estos dos yerros fueron hábilmente aprovechados por los hombres que promovieron el movimiento militar del 4  de junio. Ostentando un programa de justicia social y de soberanía, la Revolución supo captarse la voluntad de las masas populares, en aquellas luchas incesantes entre camarillas militares y grupos políticos y económicos-movidos sólo por presiones internacionales y otros por un justo sentido de soberanía- que se ofrecieron al espectáculo público en los años 43.44 y  fue respaldada y sostenida hasta la victoria por la voluntad del pueblo anónimo que vio en ella la garantía de independencia política y económica del país y sobre todo el bienestar económico y social de las clases asalariadas.

Y era indudable que en el seno de aquella revolución surgía, sin rival posible, el hombre que debía legalizarla. El entonces coronel Perón supo apoderarse los resortes decisivos para conquistar real y legal del país: el ejército y la masa trabajadora.

El coronel Perón supo entrar a un sentimentalmente del corazón del obrero y campesino argentino. Y por esto aquellos días 12 octubre de 1945, en que políticos despistados, niñas y la más frívola más se congregaban – junto con cabecillas comunistas-en cabildo abierta en la Plaza San Martín fueron barridos por el incontenible fervor popular del 17 de octubre.

Las jornadas que rubricaron esta adhesión del pueblo al heredero de la revolución no era sino consecuencia obligada de esta última fecha, que había de rematar en el triunfal plebiscito del 24 de febrero de 1946”.

(“Un gobierno que gobierne”,págs.27-28)

Notas del Francotirador

1)Bien hizo el Padre Julio en reinvindicar la memoria del Presidente Castillo, patriota a carta cabal y de proverbial honestidad, al que ya nadie recuerda. Cuando murió el 12 de octubre de 1944, tenía una deuda de 2.000 pesos con el Banco de la Nación Argentina y al tratarse la cuestión en el Directorio, el Dr. Carlos Ibarguren, entonces abogado principal, opinó que el Banco no podía ejecutar a la sucesión de un Presidente de la Nación, talante que fue aceptado sin chistar por las  autoridades del BNA. El entierro del Dr. Castillo fue solventado en gran parte por los pocos amigos que le quedaban. Mi padre fue uno de ellos.

2)Sobre la recuperación económica que el país había experimentado agrego un  dato que me dió José Enrique Miguens, que supo colaborar en las publicaciones del Padre Julio. “Jose” había tenido una beca en los estados Unidos para estudiar Sociología, y antes de volver-la Segunda Guerra Mundial estaba por terminar- le preguntó a su director qué campo de investigación le sugería. La respuesta fue: “Averigue a quién votará el millón De obreros industriales que viven en los suburbios de Buenos Aires”.¿ No habrá que empezar a estudiar en serio “la década infame?

3)Como se notará el Padre Julio, era un demófilo hecho y derecho y no estaba en contra de la democracia, cuando ésta podía servir, a falta de otra cosa, de legítima canalización de las inquietudes populares. Se desmayará algún nacionalista con prejuicios señoritiles, cuando con lo de “elecciones limpias”, “voluntad del pueblo anónimo” y “triunfal plebiscito”. Por favor, que lea el artículo del Padre sobre la democracia tradicional. José Antonio no estaría en desacuerdo.

(“La democracia tradicional, según el Padre Meinvielle”, en https://www.aladerecha.com.ar/?p=947)

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