LA VERDAD SOBRE SEMANA SANTA 1987

Brevísima introducción

En nuestro país, nos hemos especializado en tergiversar la historia, escribiendo una ficción. Tal como sucede con el tratamiento de la trágica década del 70 donde el ERP y Montoneros, apoyados por Cuba, formaron ejércitos que pretendieron tomar el poder, hecho que  la mayoría de políticos y opinadores silencian, lo mismo sucedió con la sublevación militar “carapintada” del 15 de abril de 1987. Conviene entonces reproducir la entrevista que concedió a “La voz del interior” el entonces juez federal de Córdoba, Gustavo Becerra Ferrer, para poner las cosas en su punto. (Aunque los radicales sigan sosteniendo que fue un golpe de estado, que la democracia estaba en peligro, etc. etc.)

La entrevista

–¿Qué pasó aquel día?

–Primero, tengo conocimiento de que el mayor Ernesto Barreiro, que no había concurrido a declarar, se había refugiado como prófugo en el regimiento que estaba en el parque Sarmiento, donde hoy está la Ciudad de las Artes. Luego fue alojado en una dependencia de lo que era el Tercer Cuerpo de Ejército. Me dirigí hasta allí y logré dialogar con el teniente coronel Luis Polo en el Casino de Oficiales del Regimiento 14 de Infantería. También estaba el teniente coronel Héctor Schwab. Noté que todos estaban en la posición de no entregarlo, con un espíritu de cuerpo muy fuerte. Después de Barreiro, tenía que venir la declaración de otros militares, y eso los preocupaba.

Me imagino que la situación que se planteaba no era la mejor.

–Noté que la cadena de mando estaba totalmente quebrada en el Ejército, que había una ruptura entre los generales y los oficiales superiores, por un lado, y, por el otro, los oficiales, los capitanes y los tenientes que habían tenido la ejecución de la lucha antisubversiva. Lo que planteaban era muy concreto: “Señores, no le hagan pagar los platos rotos a una oficialidad joven que ha cumplido órdenes”. Era una quiebre generacional total en la cadena de mando entre los oficiales superiores, que dieron las órdenes, y quienes las cumplieron. Además, me sorprendió también que había oficiales de Aeronáutica dentro del grupo reunido ese primer día de Semana Santa.

–Quiere decir que también los aviadores estaban plegados al movimiento.

–En principio, sí. No era uno, había once, doce o más. Quiere decir que estaban metidos también. Pero hay un desubique de pensar que Semana Santa fue un intento de Golpe de Estado, no fue eso. Semana Santa fue un acto de solidaridad entre camaradas. Nunca se pensó en la posibilidad de un golpe de Estado, e incluso se bajó una línea de que quien intentara algo así iba a ser sacado a los tiros.

–¿Cómo logró descomprimir la situación que se vivía dentro del cuartel?

–Recurrí a una mediación. Imagínese, en ese momento era un civil sólo en medio de esa situación, no fui con custodia. Así que lo llamé al cardenal Raúl Primatesta (el fallecido arzobispo de Córdoba), mientras también tenía diálogos con el entonces gobernador, Eduardo Angeloz. Desde ese primer día. Primatesta llegó en el Fiat de mi secretario y, de inmediato, se reunió con los militares. Me pidió que me retirara y celebró una reunión con ellos, a solas. Estuvo como una hora y media y aplacó la cosa acá en Córdoba. Me pareció que el encuentro terminó con una misa. Lo veía de afuera.

–Siempre corrió la versión de que Primatesta fue quien sacó a Barreiro del cuartel sin que lo vieran usted ni la prensa, que estaba apostada afuera.

–Eso no fue así. Yo nunca pude ver a Barreiro y creo que ellos lo querían sacar del cuartel porque era un prófugo de la Justicia, no lo querían tener más ahí. Un tiempo después, tuve la versión de que pudo haber salido por la zona de Los Carolinos. Pero lo de Primatesta no fue así.

–Comprobó que había mucha tirantez entre los mandos medios y los superiores.

–Durante esos días estuve muchas horas en el Tercer Cuerpo. Hubo un momento en el que el teniente coronel Polo tuvo una conversación telefónica con el general Héctor Ríos Ereñú, que era el jefe del Ejército. Polo lo maltrató de una forma que me sorprendió. Ello demostraba que las líneas de mando estaban rotas. Acá existía un jefe que era un florero (por el general Fausto González).

–Los sucesos de Córdoba provocan que se forme el grupo de “carapintadas”.

–Hablo de lo que vi en Córdoba. Creo que lo que ocurrió acá fue el primer paso, pero no era tan comparable a lo de (Aldo) Rico. Sí sé que hubo un diálogo permanente entre Campo de Mayo y Córdoba. Imagínese el poder que tenía en ese momento el Tercer Cuerpo.

–Insiste en que nunca hubo intento de golpe contra el gobierno de Alfonsín.

–Hablé mucho. Ellos consideraban que el poder político estaba del otro lado, creían que sólo era una situación interna del Ejército. Yo les dije: “Ustedes están sublevados, no obedecen a los mandos naturales del Ejército. No obedecen a la Justicia”. Y no lo veían, querían que dieran la cara los generales. Y los generales y los oficiales superiores perdieron como en la guerra con lo que pasó en Semana Santa.

–Y al poder político, ¿cómo lo veía?

–Estaban consternados. Llevábamos pocos meses de democracia. Tuve durante esos días un diálogo permanente con el gobernador (Eduardo) Angeloz y el intendente (Ramón) Mestre. Estaban preocupados, como toda la sociedad.

–Hubo algún hecho que hubiera impedido llegar a esa situación. Se dice que el ocultamiento por parte de las cúpulas generó más conflicto.

–Los militares hicieron juicios y sumarios de todo lo que pasó. Tenían las listas, pero las destruyeron (por orden del general Cristino Nicolaides). Por eso los subordinados les dicen: “Háganse cargo ustedes (por los generales)”. Recuerde que en Chile las actuaciones (de los militares) se publicaron en los diarios con nombre y apellido.

http://www.lavoz.com.ar/politica/gustavo-becerra-ferrer-no-querian-un-golpe-sino-que-dieran-la-cara-los-generales

Notas del Francotirador

El generalato sabía que había gran inquietud entre los mandos medios pero nada hizo para aquietar la situación. En febrero de 1987, el jefe del Regimiento 18 de Infantería, de San Javier (Misiones) teniente coronel Aldo Rico elevó una nota al comandante de su Brigada, coronel Juan Ramón Mabragaña, con algunas “reflexiones respecto a las última citaciones de la Justicia a personal militar”, pero no recibió respuesta alguna, sino un arresto de 10 días” (cfr.Juan Agustín Robledo, Felices Pascuas-Breve historia de los carapintadas, Planeta, 2017, pp.83-85).

Además, en marzo, el patético general Ríos Ereñú convocó a los oficiales del Estado Mayor que revistaban en el Edificio Liberador, para intentar explicarles los beneficio de “la batalla jurídica” pergeñada por los mandos alfonsinistas, y no pudo terminar de hablar porque fue interpelado de viva voz, debiendo terminar la reunión abruptamente. Pero el generalato siguió practicando la política del avestruz, rompiendo la confianza que debe  existir entre superiores y subalternos.

Un comentario en “LA VERDAD SOBRE SEMANA SANTA 1987

  1. Juan

    Hoy somos un burro de carga bajo las órdenes de políticos corruptos nacionales, que se subordinan a intereses extranjeros. Corrompen la mente de los jóvenes. Ensucian las familias, las virtudes. El respeto y el amor a Dios, al prójimo, y a la Patria son valores olvidados. La clase política corrupta debe desaparecer. Es una vergüenza lo que padecemos. Es muy triste ver niños morir de hambre en un país tan productivo.

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