24 DE MARZO DE 1976 (I)

1) Para entender lo sucedido hace cuarenta años, es preciso enmarcarlo dentro de la Guerra Fría y tipificarlo como un conflicto de baja intensidad, en la modalidad de la guerra revolucionaria. De otro modo, sería reducir la toma del poder hecha por las Fuerzas Armadas, como un golpe militar más.

2) Esa guerra revolucionaria fue desatada por organizaciones de ideología marxista-leninista con estructuras militares -se autoedenominaban ejércitos y tenían grados y uniforme- cuyo objetivo era la conquista del Estado. No se puede saber a ciencia cierta el número de sus integrantes, pero según estimaciones de los estudiosos alcanzaban a varios miles, entre los combatientes y la logística de apoyo. Debe recordarse aquí que ya en los años 60 el castrismo ya había intentado establecerse en el norte del país, fracasando estrepitosamente.

3) Al derribar al gobierno constitucional de entonces, los mandos de las Fuerzas Armadas -liberales en su mayoría- cometieron un error político mayúsculo, porque era -en términos schmittianos- un “amigo”, que ya había brindado a la lucha contrarrevolucionaria un formidable instrumento legal como fue el Decreto que ordenó el “Operativo Independencia”, donde se mandaba “aniquilar” a los subversivos. (En lenguaje militar aniquilar es privar al enemigo de la voluntad de combate). Mayor claridad mental tuvieron varios oficiales subalternos que conocían a esos mandos, si bien por obediencia se debieron sumarse al golpe. (Seineldín y Rico entre ellos).

Isabel_vilas-opinDesde luego que faltaban otros dispositivos legales, que asegurasen un amplio sustento jurídico al combate empeñado contra la guerrilla. En la Secretaría Legal de la Presidencia se había redactado una Ley de Defensa Nacional, que además de disponer de duras penas a los terroristas, establecía el toque de queda en las zonas que la autoridad militar considerase necesario. Era una buena forma de que la población comprendiese la gravedad de la situación, ya señalada, expresa y brutalmente, por el mismo Perón en varias ocasiones.

Tales instrumentos del derecho positivo hubiesen preservado en gran medida a las Fuerzas Armadas de las persecuciones que sufrieron bajo Alfonsín y los Kirchner. Para enfrentar a la guerra revolucionaria es mejor contar con el apoyo del Estado de Derecho -aun con sus defectos “liberales y burgueses”- y no con los reglamentos militares, de no fácil compresión para la ciudadanía. Lamentablemente, los cantos de sirena de círculos civiles liberales -ignorantes supinos de cómo se debía combatir a la subversión- los envolvieron y atraparon.

Pero no se pueden pedir peras al olmo a los generales del 76: no habrán sido muchos los profesores de las Escuelas de Guerra que les explicasen Schmitt a sus alumnos. Por esos años 70, el jurista alemán era un “maldito”, relegado al ostracismo por los mandarines académicos de la ciencia política y por los estrechos constitucionalistas, que abrevaban en González Calderón o Sánchez Viamonte. (Juan Francisco Linares era una notable excepción a la mediocridad reinante).

isabel_peron_intimidades_de_un_gobierno24) Se suele repetir que el gobierno de la señora de Perón era un gobierno débil. Sería mejor hablar de “debilitado” porque durante todo el año 1975, los medios habían desatado una campaña implacable -con cualquier pretexto- acusándolo de retrógrado y oscurantista por tener Ivanissevich y Ottalagano en el Ministerio de Educación y en la Universidad, donde no quedó ni un “bolche”.

Para finales de ese año, la campaña se focalizó en el Dr. Julio González, un católico incorporado al peronismo, que recibía los ataques más virulentos, sobre todo provenientes de Jacobo Timerman y de su diario “La Opinión”. Entre los colaboradores inmediatos del Dr. González había distinguidos nacionalistas de sólida formación, como Juan Pablo Oliver, Julio César Noacco y Alejandro Vera Barros. Ellos influyeron en la designación del Dr. Emilio Mondelli como Ministro de Economía, hombre que conocía profundamente el sistema bancario y que hubiese impedido la aparición de los aventureros de la “patria financiera”, pergeñada por personajes como Adolfo Diz y Christian Zimmerman, que mucho le costó a las arcas nacionales.

(En la foto, el Dr. González despachando con la Presidente)

5) Otro error grueso cometieron muchos nacionalistas al apoyar públicamente un golpe liberal, llevados por la desatinada opinión de que el peronismo equivalía al comunismo (¡¡), mantenida por supuestos seguidores del realismo filosófico, pero incapaces de hacer la necesaria distinción. Señalo que en esa línea de comprensión del peronismo -otra cosa no quiso el general Lonardi- y atentos a la posibilidad del “entrismo marxista”, estuvieron siempre el Padre Meinvielle y Carlos Sacheri. (El Padre fue de sotana al acto en Plaza Once del 17 de octubre de 1964. Yo lo acompañé. Por su parte, Carlos fue buen amigo de José Ignacio Rucci).

También era consciente del peligro gorila el inolvidable Ricardo Curutchet, quien a fines de febrero de 1976, pese a ponderar el último gabinete de la señora de Perón, me dijo que “la suerte estaba echada”.

Pero esto que escribo, supone que siempre se debió haber defendido el empeño bélico de las fuerzas legales contra el enemigo marxista-leninista, porque estaba en juego la misma existencia del Estado. Para eso no hacía falta que estuviesen Martínez de Hoz y sus “Chicago Boys”. Bastaba con plantear las exigencias militares, que el gobierno peronista las hubiese satisfecho.

Y dedico este punto 5) al viejo y noble amigo Enrique Graci Susini, ex jefe de Policía de San Juan entre 1973-76, quien hoy padece la venganza K, después de haber sufrido prisión a manos del “Proceso de Reorganización Nacional”. ¡Ánimo, querido “Mono”!

(Continuará)

Notas del Francotirador

1) Ver Post del 16 de mayo de 2015, “PARA PERONISTAS DESMEMORIADOS” (https://www.aladerecha.com.ar/?p=51)

2) Ver Post del 13 de septiembre de 2015 “MI GENERAL LONARDI” (https://www.aladerecha.com.ar/?p=165)

3) Durante una visita a los militares presos en Campo de Mayo, tuve ocasión de hablar largamente con el general Videla, que soportó el cautiverio, con ejemplar resignación. Estaba sorprendido -y me lo dijo con énfasis- de que “la señora de Perón fuese tan, pero tan anticomunista”. ¡Pobre general, tarde se dió cuenta!.

4 comentarios en “24 DE MARZO DE 1976 (I)

  1. aperies

    TODA LA CULPA ES DE LAS RATAS DEL CONGRESO QUE VOTARON EN EL GOBIERNO DE CÁMPORA LA SUELTA DE GUERRILLEROS QUE HABÍAN SIDO BIEN JUZGADOS POR LA CÁMARA FEDERAL, POR JUECES VALIENTES QUE LUEGO FUERON PERSEGUIDOS POR LAS ALIMAÑAS GUERRILLERAS VENGATIVAS Y MALDITAS, DIRIGIDAS POR EL SIONISMO MAFIA FINANCIERA INTERNACIONAL USUREROS LUCIFERINOS.
    FUMIGUEN EL CONGRESO DE UNA BUENA VEZ Y A LA PLAGA LORENZETII, A LA PLAGA ELSTAIN EL KAHAL DE SUDAMÉRICA. SINO SE ENFOCAN EN ESO NO SALIMOS MAS DE ESTE ATOLLADERO. Y DEJEN DE PELEARSE ENTRE USTEDES QUE ESO ES LO QUE ESTA GENTUZA QUIERE.

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  2. Ludovico ben Cidehamete

    Muy apreciado artillero:
    Recién ahora veo su interesantísimo artículo sobre el Golpe del 24 de marzo. No obstante mi general adhesión a lo que Ud. refiere -Ricardo Curuchet me hizo a mí exactamente el mismo comentario que a Ud.- hay cosas de ese lamentable episodio que, repensándolas más tarde, las he comprendido mejor, sin abdicar un ápice de mi carácter de opositor al «Proceso».
    Se trata de la actitud de los partidos políticos frente a la inminente interrupción de su bienamado «orden constitucional», por el cual rasgarían sus vestiduras con alguna décadas de retraso pero sin abandonar su talante de madrugadores de oficio.
    Es mi actual juicio que los políticos vieron lo que se venía en la Guerra contra la Subversión y decidieron salir de en medio, dejando a los militares en solitaria vanguardia política y aún a expensas de sacrificar un gobierno peronista que no fue, ni con mucho, el peor de todos y, desde luego, mucho mejor que los que nos tocaron en (mala) suerte en los años posteriores. Algo parecido a lo que sucedió en Uruguay, donde lo mandaron al frente a un candidato imposible, Bordaberry, para que un católico y tradicionalista cargara con «el muerto» de la lucha contra la subversión. Aquí, visto el peligro de una inminente requisitoria al Congreso para que hiciera su aporte a la lucha -no sé si la ley de Defensa, pero sí un plan estratégico de combate que nunca existió- y el compromiso, previas definiciones, que se verían obligados a asumir los partidos políticos ante esta exigencia, se vió que la salida más elegante con vistas al futuro, era la innecesaria intervención militar.
    Sé, por otros conductos, que Isabelita no quería negarles nada a los militares y por eso lo nombró a Deheza, yerno de Lonardi, en el Ministerio de Defensa. Pero eso era peligroso para los partidos políticos, pues la president»a» constitucional podía exigirles definiciones que, cara al futuro, no estaban dispuestos a ofrecer.
    Lo cierto es que todos los partidos aprobaron la guerra contra la subversión y su metodología, si es que lo que sucedió pudiera, acaso, merecer tal nombre y visto que, precisamente, lo que faltó fue un Plan General Estratégico que complementara los dos decretos de «aniquilación» y que por torpeza de los mandos castrenses no se exigió como prerrequisito para generalizar la lucha antisubversiva. En este plan debía constar, por ejemplo, qué debía hacerse con los prisioneros y si debían ser acreedores al trato de prisioneros de guerra, de delincuentes o meramente desaparecer de la escena. Por que lo que es un hecho incontrovertible, es que no se llamó a las Fuerzas Armadas para encarar una lucha policial sino una guerra, la cual requería su propio modelo estratégico.
    En suma; los políticos empujaron la caída de Isabelita -debilitada, como Ud. bien dice- a manos militares, con lo cual mataron dos pájaros de un tiro: se sacaron de encima a una persona que no era de su «entorno» (Ud. recordará cuántas voces izquierdosas se alzaban diariamente contra su falta de talento «político») y con la cual no podían contar, y lanzaron la peligrosa lucha antisubversiva en manos de los militares que, fanfarrones al fin, no vieron la jugada ni siquiera muchos años después, cuando algunos civilachos les recordábamos que estaban más cerca de las rejas que de los laureles.
    Es todo lo que quería comentarle
    Lo felicito nuevemente
    Ludovico ben Cidehamete

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  3. Fernando José Ares

    Excelente nota. Los nacionalistas que coadyuvaron con el liberalismo son nefastos para el nacionalismo y para la Patria. En realidad no son nacionalistas sino los ignorantes y despistados de siempre. No saben de historia ni de política. A Carl Schmidt lo ignoran y en caso de haberlo leído no lo hubieran entendido.

    Habría que condenarlos a leer mil veces la obra del Padre Sardá y Salvany, «El liberalismo es pecado», pero realmente ni con eso aprenderán , es gente dura de mollera, pero por lo menos estarán ocupados y no cometerán tantas estupideces.

    Colaboraron con el terrorismo aéreo en junio del 1955 y siguen tan extraviados que un energúmeno de aquellos, pretende todavía en el 2016 cambiarle el nombre a la Avenida Paseo Colón y ponerle «Almirante Benjamín Gargiulo» (sic).

    El 24 de marzo de 1976 se convirtieron en siervos de Henry Kissinger y de Milton Friedman.

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    1. augusto

      Valoro mucho su aprobación.Y con el paso del tiempo aumenta mi admiración y mi nostalgia del General Eduardo Lonardi,tan valiente para tomar las riendas de la sublevación militar,cuando se «borraron» varios, y tan noble para ser incapaz de la venganza.
      Perseguir al pueblo peronista en nombre de la democracia, fue jacobinismo puro y dividió al país.
      Lamentablemente algunos nacionalistas asimilan pueblo con chusma. y populismo.¡Y se dicen rosistas!
      Es señoritismo y no señorío(José Antonio dixit)

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